Desenchufado del trabajo
Desde hace bastante tiempo tengo la costumbre que cuando voy a un establecimiento, empresa, institución, etc., me fijo en muchas ocasiones, en la actitud de sus empleados.
Actualmente, se considera mal síntoma que una empresa tenga mucha rotación de personal, pero hay una situación que es mucho más grave: la falta de compromiso de sus empleados. No hablo de lo que siempre están y estarán “desenchufados”, hablo de ese porcentaje, cada vez más importante, que han dado el 100% y que ahora dejan de estar. Son los “zombies”, el trabajador harto, enfadado, agotado que aguanta con el piloto automático. Hablan poco, casi no se quejan, ni una mala palabra ni una buena acción, pero en su fuero interno han decidido dejar de trabajar para esa empresa.
Tradicionalmente, el llamado “modelo de supervivencia” que consiste en hacer el mínimo para mantener el puesto de trabajo, sin implicación y nunca superar lo estrictamente necesario, se producía mayoritariamente en funcionarios, organismos públicos, entorno “oficiales” de la administración. Ya desde hace unos años, lo está sufriendo la empresa privada. La escasez de empleo, los salarios bajos, la situación económica, etc., son parte de las causas que favorecen para que el trabajador “desconecte” de su trabajo. La cultura de la presencialidad, con la silla “caliente” es el refugio de muchos, su cumplimiento. Por contra, el teletrabajo, la formación, los programas de liderazgo, el horario flexible, el ambiente laboral o el desarrollo profesional son factores que motivan, que implican al trabajador dentro de la organización, pero desgraciadamente en muchas empresas, su potenciación es escasa o nula.
Pero no solo son causas las anteriores. No tratar a los empleados cómo se merecen, cada vez más “enchufismo” en grandes organizaciones, sentir que entre la empresa y tu, no hay equilibrio, que el compromiso empresarial no es el necesario, es cuando el interruptor se apaga y se pasa a la fase de que el único motivador es el cobro del salario. Dimitir sin marcharse del puesto de trabajo. No renuncian y se marchan, se quedan y esperan que salga algo mejor.
Si esta circunstancia se diera en las personas de entrada están poco motivadas podría tener una razón de ser, pero paradójicamente se producen en una parte muy importante, después de un período donde el trabajador ha estado muy motivado y ha dado el 100%.
El trabajador quemado, con una amplio aspectro que va desde el término cínico, “Burnout” hasta el “harto de todo” y que en ocasiones, es difícil distinguir entre el trabajador dimitido del entusiasmado. Pueden seguir siendo productivos, cumplidores, participativos, animados por el compañerismo, pero la gran diferencia es que la mente de uno de ellos está fuera, fuerísima.
El empleado en muchas ocasiones sufre, padece, pero para la empresa es un cáncer silencioso, muy perjudicial y que para muchas organizaciones puede suponer su desaparición.
Analogía Comunicación Digital
Terrassa, 15 juny 2022